En una sociedad en la que la transparencia y la honestidad son unos de los valores más cotizados, escoger una metodología de aprendizaje y evaluación de inglés con estas características es una apuesta más que acertada.
El gran reconocimiento, prestigio y aceptación que tienen los títulos oficiales de inglés de Cambridge a nivel mundial, siendo aceptados por todas las instituciones, organismos, administraciones y empresas privadas (algo que no ocurre con otros títulos y que claramente otorga una ventaja competitiva a Cambridge) no es fortuito. Para alcanzar este estatus son precisas décadas de experiencia así como una metodología y un proceso mimados hasta el último detalle.
Como no es común conocer el porqué de esta reputación queremos explicaros el procedimiento de diseño y custodia de los exámenes de Cambrigde.
Los exámenes de Cambridge: el proceso
El examen de Cambridge se elabora con sumo cuidado, nada se deja al azar. Los cuestionarios se redactan por un gran claustro de profesores que confeccionan una batería de preguntas adaptadas al nivel del alumnado y a la idiosincrasia del país en el que se va a evaluar.
Estas pruebas académicas son custodiadas con medidas de alta seguridad para que no se filtre nada de su contenido. En el almacén donde se guardan están prohibidas las fotografías o las grabaciones, además de cualquier dispositivo móvil que pueda extraer información indebida. Pero el secretismo no se queda ahí: nadie conoce la empresa donde se imprimen ni dónde está localizada. ¡Es top secret!
Pese a la alta cualificación de los profesionales que trabajan en esta primera fase de los exámenes de Cambridge los cuestionarios pasan una fase de “pretesting”. A través de una red de centros colaboradores las preguntas son valoradas, aceptadas o rechazadas por expertos en la materia de cada sección y es a partir de ahí cuando se obtiene el examen definitivo que evaluará los conocimientos de los aspirantes.
Pasada esta criba final se distribuyen a los centros evaluadores en sobres cerrados, los cuáles no conocen su contenido hasta que no abren el membrete. De esta forma se garantiza la calidad y fiabilidad en el proceso. Finalmente, los exámenes pasan a manos de más de 3000 colaboradores expertos de los cinco continentes que se encargan de recibir y corregirlos.
Ahora que ya conoces el proceso, ¿de verdad merece la pena apostar por otro método diferente al de Cambridge?